miércoles, 13 de abril de 2011

Un rincón de mar



Me gustaría hablaros de un sitio mágico, un lugar de livianas ensoñaciones:
Un lugar donde las mentes se reposan, las palabras se acallan y las etiquetas desaparecen.
Un lugar sin reproches, sin ayer y sin  mañana.
Un lugar por donde caminar, gustar y oler.
Un lugar que ofrece brisa y calidez.
Un lugar que deja en los pies desnudos aroma de sal y eco de infinitas conchas.
 Un lugar de nuevas construcciones que languidecen –tristes de ellas- junto a las nobles villas que nos susurran un tiempo pasado y cómplice.
Un lugar que en verano se enrosca cual caracol, tras la espuma, y guarda sus mejores tesoros para la primavera y el otoño, para los paseantes de corazón.

Hablo de un rincón de mar. Yo tengo el mío.

(p.d.  Joan Manuel Serrat, Manuel Vicent y David Trueba estaban ese día en el mismo rincón de mar en el que estaba yo. Pero, salvo el primer instante de destello social,  no vi allí a los ilustres personajes; lo que  vi fue un grupo de buenos amigos en animada tertulia alrededor de  un arroz de pescado y vino blanco. Amigos de corazón que buscaban el mar y sus dadivas)

3 comentarios:

  1. Sois un poco malvados, hay que identificarse. Hago mis apuestas pero tengo mis dudas sobre quién ha podido escibir algo tan chulo. Conste que no he sido yo aunque hable del mar y me hubiera gustado compartir ese arrocito.

    ResponderEliminar
  2. Muy bonito, se nota que se adelantó el verano....voy a jugar a adivino (me coloco las gafas al revés como Rappel)...... pues parece el estilo de Amparo y el lugar.... podría ser Benicassim.... y el restaurante... Palasiet o Voramar (digo yo que podría ser), todos tenemos un rincón de mar asentado en la memoria, bueno, algunos tienen hasta un chaflán.

    ResponderEliminar
  3. Creo que dada la inclinación acuática o aquafilia masiva de los integrantes de esta conjura creativa, lo más adecuado sería que la próxima cena la hagamos en algún medio acuoso.

    ResponderEliminar